Ternura y Economía del Cuidado, ¿determinante para el desarrollo pleno de la mujer?

 

8 de marzo, internacionalmente reconocido como el Día de la Mujer, es una fecha que honra la memoria de las luchas de resistencia de las mujeres a un modo de vida patriarcal que tiene como esencia las asimetrías de poder, para el control blando (seductor, mercadológico) o duro (represivo y opresivo) de todos los cuerpos, subjetividades y colectivos que insurgen en la procura de un modo de vida bueno, bonito y pleno para todas y todos y no apenas para el 1% de la humanidad.

El problema: Un modo de vida asimétrico de poder (patriarcado) demanda una economía que genera y sostiene la acumulación desigual de los recursos – Economía neoliberal.

La economía neoliberal tiene a su centro el bienestar del mercado, en ese sentido, las personas y sobre todo las mujeres quedan relegadas a los procesos de reorganización de la vida privada para sostener las implicaciones últimas decurrentes de las políticas de protección del mercado sobre el cuidado de la vida, con un coste importante no solo para el desarrollo de la mujer sino también para la realización de su propósito existencial. Pues de manera sencilla, debido a la división sexual del trabajo (otra característica de modo de vida patriarcal), el tiempo que las mujeres necesitan para cuidarse y realizarse, es re-direccionado a resolver los ajustes estructurales de la economía neoliberal.

Ejemplos de cómo las políticas económicas neoliberales reducen la disponibilidad de tiempo que las mujeres pueden dedicar a su desarrollo y realización.

Cuando el Estado opta por salvar a los bancos sobre el derecho a la vivienda digna, son mayormente las mujeres que pierden sus propiedades y tienen que invertir su tiempo en conseguir vivienda asequible. No está demás decir que este tipo de vivienda está cada vez más lejos de sus trabajos, implicando más tiempo atrapado en el transporte y menos para su cuidado,

 

desarrollo y realización. Los incrementos inflacionarios que hemos experimentado durante y post pandemia son resueltos en el hogar con la estrategia económica de “apretar el cinturón”, que implica que las mujeres tienen que caminar mucho más para buscar alimentos y materiales escolares asequibles para sus familias y niñas y niños. Cuando se privatiza la salud y la educación son las mujeres que asumen las nebulizaciones de sus hijos asmáticos en casa, son ellas las que dedican las horas extras para los deberes de la escuela, ya que se cortan el financiamiento para las actividades extracurriculares y las de supletorio educativo. Cuando los hijos e hijas sufren bullying son ellas que los consuelan y luchan para que las escuelas sean tiernamente protegidas. Todo este trabajo convenientemente invisibilizado por el actual orden económico resulta insostenible para las mujeres, y también para el planeta. Porque también son las mujeres que cuidan de la tierra, porque miran la tierra como madre, y hay que cuidar de quien nos cuida, nos alimenta y nos brinda sombra y agua fresca para descansar y sostener nuestra salud mental, emocional y espiritual. Aun con todo este tiempo dedicado a cuidar a otros, cuando preguntamos a las niñas y niños que es lo que más desean para ser felices, ellos dicen “más tiempo con mamá y papá”, un tiempo que no existe debido a la precarización del trabajo, que implica no solo mayor estrés emocional por la inseguridad laboral sino la necesidad de sostener múltiples trabajos, porque los que están a disposición son temporales, sin garantías ni seguridad social. Otra vez, este último ajuste estructural hace las mujeres en el hogar mediante la estrategia “tiempo de calidad”, sustentado por el amor abnegado de las mujeres madres, pero también acrítico y apolítico, que las mantienen alejadas de las luchas políticas de transformación.

En resumen, el modo de vida patriarcal-neoliberal (fallido social y ecológicamente), se sostiene con el trabajo invisibilizado, menospreciado y no remunerado de las mujeres, a costas del tiempo que puedan dedicar a su desarrollo y realización.

 

La alternativa que proponen las mujeres del sur profundo: La economía de los cuidados, sostenida por vínculos de ternura.

Frente a la crisis multidimensional que enfrenta la humanidad, hablar de ternura parecería ingenuo, pero como bien propone Fernando Ulloa, “Hablar de ternura en estos tiempos de ferocidades no es ninguna ingenuidad. Es un concepto profundamente político. Es poner el acento en la necesidad de resistir la barbarización de los lazos sociales que atraviesan nuestros mundos”. Asumiendo la invitación de procurar un modo de convivencia centrado en el cuidado mutuo y humanizado, el feminismo crítico propone la ECONOMÍA DE LOS CUIDADOS.

El trabajo de cuidar humanizadamente, no es un mero ejercicio técnico, sino que está atravesado por los afectos y por lo tanto por la ternura, que es la sensibilidad de conectar y cuidar la dignidad unos de otros de manera recíproca. Sobre todo, porque la resistencia y transformación del neoliberalismo patriarcal es un camino de luchas y sufrimientos que demanda tiernos cuidados que sostengan la vida y la esperanza de las mujeres. Por lo tanto, el derecho al desarrollo y realización de las mujeres demanda una transición de un sistema productivo, insostenible y mantenido por el trabajo no remunerado de las mujeres hacia uno reproductivo, sostenible y tierno, y que tiene el cuidado como eje vertebral del quehacer social y político. Para esta transición, las mujeres del Sur profundo proponen el desarrollo de dos bloques de políticas públicas, como expresados por la economista Amaia Pérez Orozco:

 

Políticas de corto plazo:

 

  • Políticas de shock – que responden a las necesidades urgentes de cuidado.

 

Políticas de mediano plazo hacia la transición a un sistema estatal de cuidados territorializados:

 

  • Políticas de Faro – que aseguren la oportunidad a la ciudadanía a definir cuál es la vida que queremos ¿Cuál es la vida que merece la pena ser vivida? Sumak Kawsay, La Vida Plena, o El Vivir Bonito. Como World Vision estamos comprometidos en que las niñas y niños aporten a la definición de este modo de vida. Por esta implementamos encuestas, diálogos y galerías de arte con niñas y niños para que sus voces sean sistematizadas y se conviertan en potentes insumos para el modo de vida plena, buena y bonito que todas y todos queremos vivir.
  • Políticas palanca - que movilicen las estructuras y recursos del Estado de bienestar al Estado de derecho que tiene como principal responsabilidad el cuidado de la vida
  • Políticas específicas que garantiza el cuidado como derecho. En este sentido, World Vision también aporta a través del proyecto Fuerza Insurgente de la Ternura, que tiene como fin justamente esto: reivindicar el derecho como cuidado a través de dimensionar la Crisis Global de los Cuidados y cómo éste impacta a las comunidades a fin de replantear la organización social de los cuidados como un camino de: Vida (comprender las problemáticas desde la vida), Palabra (problematizar la crisis desde los saberes técnicos, teológicos y comunitarios) y de regreso a la Vida donde implementar los cambios concretos permiten cuidar con ternura y sostener la vida vulnerable.

 

Concluyo con la voz de Sarita, una niña de 10 años que tuve el honor de conocer y escuchar en Ayacucho, Perú, uno de los territorios más afectados por el terror estatal e insurgente durante los 20 años del Conflicto Armado Interno del Perú (1980-2000). Sarita fue gestada y criada por una mamá que vivió el conflicto de niña y que hoy, aún con todas heridas que se instalan en los tiempos crueles del terror, lucha en el mercado laboral informal para sostener la vida de Sarita. A pesar de su limitado tiempo, la mamá de Sarita asistió a los talleres de Crianza con Ternura y cuando pregunté a Sarita: ¿Cuál fue el más lindo regalo que la Ternura trajo a su vida?, Sarita me contestó a través de un dibujo que ella tituló: Reconciliarse es cuidarse” diciendo:

 

Ternura es que mi mamá me preste más atención que a su trabajo. El tiempo de mi mamá es corto, Ternura es reconciliación con mi mamá y yo.”

 

Sarita hubiera crecido pensando que no era importante para su madre, éstas son las heridas transgeneracionales del sistema neoliberal-patriarcal. Éstas son las heridas que frenan el desarrollo de las mujeres porque hieren la dignidad de las generaciones emergentes y éstas son las heridas que queremos sanar con la economía del cuidado, pues éstas solo se curan con bálsamo de ternura.

 

Escrito por: Anna Christine Grellert MD MPH. Asesora Regional de Niñez en Desarrollo para World Vision América Latina y el Caribe.