Escrito por:  Obispo Rodolfo Valenzuela Núñez |  Diócesis de la Verapaz, Guatemala CA.


 

El campo de la protección de la niñez ha adquirido relevancia especial en estos tiempos en los que tristemente se han visibilizado tantísimos casos de abuso. A la vez se ha vuelto a destacar el cuidado de la niñez con ternura que de hecho en muchos casos se viene realizando en las iglesias.

 

En la América Latina, y también en nuestro país, la pastoral de la niñez ha desarrollado muchas acciones a la vez que, por ejemplo, con la santa infancia misionera, se ha subrayado la importancia del protagonismo de los niños y niñas y adolescentes en la acción misionera de la Iglesia. Nótese también la acción educativa del centro Don Bosco, dedicado a los adolescentes provenientes del área rural de varios departamentos del país, en estas áreas donde la educación no llega a los márgenes de la sociedad. La reciente pandemia del COVID-19 ha evidenciado las deficiencias en los sistemas de salud y educación, cuyos efectos son inmediatos en la niñez y adolescencia. Tristemente se debe apuntar que en muchas áreas rurales, como la Verapaz en Guatemala, son altos los índices de mortalidad materna y desnutrición crónica, con sus fatales secuelas en la salud integral de la niñez.

 

En la espiritualidad católica ha tenido relevancia el eco que las palabras de Jesús han tenido en santa Teresita del Niño Jesús, el Papa Francisco acaba de dedicar un texto a la misma, con motivo del centenario de su nacimiento. Aparte de los conocidos textos del evangelio, “dejen que los niños vengan a mi” (Lc 18,16) o “les aseguro que si ustedes no vuelven a ser como niños, de ningún modo entrarán en el reino de los cielos” ( Mt18,3), puede comentarse también el salmo 130: “mi corazón no es ambicioso… acallo y modero mis deseos como un niño en brazos de su madre” o aquel otro “de la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza…” La centralidad que en el Antiguo Testamento en la voz de profetas tienen los niños es muy interesante, en medio de una cultura que en general no los valoraba. El signo de la verdadera justicia es el cuidado del huérfano y la viuda como en Isaías: “…hagan justicia al huérfano y defiendan el derecho de la viuda” (Is 1,17). Los pobres de Yahvé están en la mira de la predicación de los profetas.

 

En la práctica de las Iglesias la oración, que nace del corazón, muestra la ternura de Dios hacia los pequeños. Podemos decir que es un gesto de ternura y cuidado que se refleja en las intenciones del orante. En la oración el corazón creyente se encuentra con el Señor en cuyos brazos reposa, y ese acto de confianza crea la sensibilidad hacia los pequeños y los pobres de manera particular. De la contemplación nace el compromiso, de allí se deriva una nueva mirada sobre toda la realidad.

 

A propósito de los salmos citados puede decirse que la ternura nace del corazón, y allí es donde se da la oración verdadera, no en las declaraciones verbales oficiales sino en ese profundo sentimiento – convicción de que el niño es lo mejor que hay a los ojos del padre madre. Un amigo me decía en una ocasión que lo que ha quedado del paraíso en esta tierra son las estrellas y la mirada de los niños.

 

En nuestro contexto de la Verapaz en Guatemala tenemos un porcentaje alto de la población que son niños, se les ve por todas partes, en particular en las áreas rurales, entre los maya - q’eqchí, y son realmente la sonrisa del entorno, aún en medio de la pobreza y grandes limitaciones…Los proyectos desarrollados por las hermanas de la Resurrección desde el Centro Talita Kumi (Niña, levántate) muestran también esta ternura que las religiosas prodigan a las niñas indígenas y sus familias, tan excluidas de los bienes del desarrollo en estas latitudes. La catequesis y atención de parejas jóvenes con niños pequeños es parte de las prioridades de esta congregación.

 

Una antigua práctica católica muestra también el aprecio de los niños en las comunidades: la presencia de acólitos en las celebraciones litúrgicas. Yo mismo fui un acólito y en esa fascinación que ejerció sobre mi alma el ambiente de la liturgia fue germinando la vocación al servicio de la Iglesia. El documento de Aparecida (440) habla de la importancia de la niñez en la catequesis y nota que la niñez “constituye una ocasión maravillosa para la transmisión de la fe”, agregando que “ (los obispos) vemos con gratitud la valiosa acción de tantas instituciones al servicio de la niñez”.

 

El encuentro de la pastoral de la centralidad de la niñez recientemente realizado en Bogotá mostró el cariño que organizaciones, colegios, congregaciones, etc., dedican a niños en las diversas latitudes de nuestra América Latina. En ese encuentro se subrayó claramente que del corazón viene la ternura y el respeto y de allí el compromiso.

 

Nótese también que las iglesias y sus proyectos cumplen ahora con normas y disposiciones que aseguren ambientes seguros y promuevan el respeto a la dignidad de los niños.

 

Que nuestro Dios Padre- Madre nos inspire siempre un compromiso con ternura hacia niños, niñas y adolescentes.