Escrito por: Washington León, Pastor y Misionero por más de 20 años con la (AMEE)

 


 

Desde los albores mismos de la creación se establece la responsabilidad que los seres humanos tenemos sobre ella. Todo cuanto fue creado, fue entregado al cuidado del hombre y la mujer, sea flora o fauna debían por mandato de Dios ser “labrado y guardado” por ambos.

 

El diccionario de la lengua española define la palabra labrar como el acto de “cultivar la tierra” en otras palabras “dar a la tierra las labores necesarias para que fructifiquen”. La segunda responsabilidad que el hombre tiene frente a la creación es guardarla lo que demanda tener que cuidarla y vigilar que no le sobrevenga ningún daño.

 

Sin embargo, esto no se ha cumplido. Los titulares de la prensa escrita, radial, televisiva están llenos de noticias que hablan del calentamiento global, de temperaturas que superan los límites establecidos en todo el mundo, temperaturas que superan los 40 grados, torrenciales aguaceros,deslaves, que causan muerte y destrucción. En el mundo vemos los efectos de no haber sabido labrar y cuidar la creación que ha sido puesta bajo nuestra responsabilidad.

 

Las noticias de una India anegada por torrenciales aguaceros, con decenas de víctimas mortales Vermot en Estados Unidos declarada en emergencia por las mismas causas e igual en Brasil, Perú y aún Ecuador. En contraste inmensas extensiones de tierra en África claman por una gota de agua que refresque sus resquebrajados terrenos. Sin temor a equivocarnos creo que podemos concluir que nuestra negligencia, nuestra voracidad por una explotación inmisericorde a la que le hemos sometido a la naturaleza es la causa de los estragos que hoy estamos soportando, son decenas de muertes que pesan sobre nuestra conciencia, la desolación, destrucción y muerte son, únicamente, nuestra responsabilidad.

 

¿La pregunta del momento es, podemos hacer algo para revertir esta situación? Aunque están sonando voces que declaran que estamos llegando al punto “sin retorno”, en otras palabras, que ya nuestro destino está echado y nada que hagamos o dejemos de hacer cambiará esta realidad, para quienes creemos que Dios sigue siendo lo que es, el Creador y Soberano, sí hay una opción más. Segunda de Crónicas 7:14 declara así “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.

 

Sí hay cosas que podemos hacer: no dejar qué la corrupción ciegue nuestros ojos y que nos hagamos de la “vista gorda” para no ver la hilera de camiones cargados con los troncos de los árboles que jamás volveremos a ver, no dejar que la coima corrompa nuestros valores y principios y sigamos permitiendo que cientos de hectáreas de bosque sean desforestados en el mundo entero, dejemos de servir al dios Mamón porque como leí en un mensaje ecológico en una camiseta “Solo cuando ya no haya un árbol que admirar o los ríos no tengan peces para alimentarnos entenderemos que no se puede comer billetes”.

 

Dios puede cambiar el destino trágico que le espera a la humanidad, pero depende de nuestra actitud y acción correcta. Volvernos a El y El se volverá a nosotros.

Convirtámonos de nuestros malos caminos, de nuestras malas prácticas, disfrutemos de la maravillosa naturaleza que nos rodea, usémosla con sabiduría y mesura.

Una última reflexión, que mundo vamos a heredar a la próxima generación, que van a admirar nuestros hijos, la figura del cóndor andino reconstruido a partir de una garra fosilizada que encontraron casualmente quien sabe dónde, o mirarlo volando majestuoso en los páramos del monte Antisana del Ecuador, ahora estamos buscando la manera de prepararnos para la llegada del fenómeno del Niño el último trimestre de este año, que desastres esperan a la nueva generación?, O con displicencia decimos “allá ellos”?.

 

Entendamos que solo somos administradores que en algún momento tendremos que dar cuenta de nuestra mayordomía. Una vez más la Sagradas Escrituras dicen “¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?, Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá.”

 

Es de capital importancia que asumamos nuestra responsabilidad de labrar y cuidar esta hermosa creación que nos rodea. Este planeta será el escenario donde las nuevas generaciones se desenvuelvan y por amor a nuestros hijos, dejémosles un mundo mejor de lo que recibimos.