Hace 12 años, World Vision en América Latina y El Caribe abrió su corazón para acoger la ternura como enfoque central en el desarrollo humano y social de la niñez. Nuestro primer paso fue escuchar cómo las niñas, niños y adolescentes experimentaban la ternura en su vida cotidiana. Lo que oímos nos interpeló profundamente: la ternura emergía a menudo entrelazada con experiencias de profundo sufrimiento humano, actuando como una fuerza salvífica que protegía la vida de las niñas y niños en momentos de gran vulnerabilidad.
En ese instante, comprendimos que las heridas humanas estaban insidiosamente presentes en las narrativas de ternura. Nos dimos cuenta de que cualquier esfuerzo por formar cuidadores en Crianza con Ternura se enfrentaría a un terreno árido e infértil si no abordábamos estas heridas. Por lo tanto, era preciso resignificar estas experiencias, habilitando la posibilidad de interacciones más plenamente amorosas entre los adultos y las niñas y niños. Así, la ternura se convertiría no solo en un refugio protector en tiempos de adversidad, sino también en un catalizador para relaciones cercanas, empáticas, recíprocas y simétricas.
En ese contexto, comenzó a gestarse la idea de Bálsamo de Ternura como un camino para reencontrarse con la historia de nuestra niñez. Reconocíamos que allí se escondía una gran sabiduría de cuidados sensibles, aunque no era accesible porque implicaba abrir la puerta tanto a la ternura vivida como al sufrimiento experimentado. Plantear un camino de restauración colectivo del sufrimiento experimentado en las comunidades latinoamericanas, históricamente marcadas por masacres, genocidios, torturas, desapariciones y desplazamientos forzados, también representaba una responsabilidad ético-política.
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Durante mucho tiempo, la resiliencia ha sido una trampa que ha hecho posible que la vida subsista bajo un contexto de opresión e injusticia social. Sin embargo, reconocimos que la resiliencia no era suficiente. Era preciso renunciar a la resiliencia para transformar las realidades sufrientes. La restauración de las historias contextualizadas de nuestra niñez demandaba ir más allá de la mera resignificación de la narrativa. Nos convocaba a transformar las injusticias sociales. Por eso, la ternura es también una fuerza espiritual que emerge como recuperación de la esperanza y del vigor para construir comunidades más justas y solidarias. Bálsamo de la Ternura se convierte entonces en una gran invitación para las comunidades latinoamericanas, a dar voz a través del arte a la narrativa silenciada de nuestra niñez.
Por décadas y siglos, las niñas han guardado en silencio las cicatrices de sus cuerpos, vulnerados en el seno de sus familias, y la violencia de género sufrida por sus madres. Los niños, a su vez, han ocultado el dolor, el miedo, las lágrimas y el desamparo en su interior. Con Bálsamo de Ternura, estas sombras pueden ser iluminadas e integrarse a las vivencias de ternura, resultado en una narrativa coherente de lo vivido en la niñez. Como la mariposa que solo puede volar cuando sus alas reconciliadas se mueven sincrónicamente hacia el destino deseado.
Tener la oportunidad de reconciliar todas las partes de nuestra historia es esencial para interrumpir la manifestación transgeneracional del sufrimiento que proviene de nuestras experiencias tempranas. No obstante, Bálsamo de Ternura no es psicoterapia, aunque sí es profundamente terapéutico actuando como un ungüento restaurador y revitalizante para las heridas de nuestra niñez. Se presenta, así, como una responsabilidad cívica, invitándonos a restaurar la historia de nuestra niñez por amor a las hijas e hijos, las nietas y nietos, … todas y todos que están por venir.
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Como toda restauración, Bálsamo de Ternura es un proceso que se vive a través de siete encuentros en grupos de apoyo mutuo, conformados por 10 a 15 personas que eligen participar de manera voluntaria y consciente. En este viaje, los participantes tienen la oportunidad de proyectar su historia de niñez y el contexto en el que se desarrolló mediante el arte. Al visualizar un dibujo o una silueta que narra su historia, disponen de un recurso invaluable para reflexionar tanto a nivel personal como colectivo. Además, pueden reconstruir la narrativa compartida de su niñez, reconociendo que nuestras historias se entrelazaron en un mismo territorio, contexto y momento histórico. En esta reconstrucción colectiva yace una profunda sabiduría para el cuidado sensible de la vida vulnerable.
A partir de las historias proyectadas, se inicia un proceso de resignificación que explora cómo nuestra niñez ha moldeado nuestra identidad, vocación y la contribución que deseamos hacer para que las niñas y niños vivan plenamente y gocen plenamente de sus derechos. El proceso restaurador de Bálsamo de Ternura, por lo tanto, gradualmente mueve a las personas de su enfoque individual para permitirles entregarse con amor y solidaridad a la niñez de su comunidad. La ternura nos lleva a encontrarnos con lo más íntimo que guardamos en el corazón, desde este lugar vulnerable, recuperando la sensibilidad necesaria para conectar de manera amorosa y digna con las niñas y niños de nuestra familia y comunidad.
Bálsamo de Ternura ha florecido en 10 países de América Latina y el Caribe, ofreciendo una invitación abierta a todas las personas, comunidades e instituciones que desean restaurar, resignificar y trascender su historia de niñez. Es un llamado a unir corazones y esfuerzos en un acto de amor propio y de compromiso solidario con las niñas y niños en nuestras familias y comunidades. En Bálsamo de Ternura, todos encuentran un espacio cálido y acogedor para compartir y sanar juntos.
Por: Anna Grellert
Asesora Regional Senior de Niñez en Desarrollo para World Vision LACRO