La experiencia de violencia en las escuelas que sufren los niños, niñas y adolescentes en América Latina es muy alta: 4 de cada 10 sufren acoso escolar en la región[1], siendo la niñez indígena, migrantes y refugiados los más vulnerables. Sobre esta última población, más del 50 % de niños, niñas y adolescentes permanece fuera de los sistemas educativos de la región por pobreza, discriminación y la xenofobia (R4V, 2020). La evidencia indica además que la experiencia de violencia se reproduce también en los hogares y otros espacios de las comunidades. En la encuesta regional “Encuentro con el corazón” del 2023, realizado a la niñez de 10 a 17 años de 13 países de la región[2], 8 de cada 10 consideran a sus escuelas no seguras; 4 de cada 10 asumen que sus docentes no conversan con ellos para comprender lo que les sucede; 8 de cada 10 consideran que las prácticas de perdón, reparación y reconciliación no se dan en sus escuelas, y 9 de cada 10 no comparten sus penas y tristezas con sus maestros.
No es suficiente decir no a la violencia en todas las formas que puedan darse en las escuelas, también se requiere de la afirmación y la vivencia de la ternura. El principal recurso para educar es el afecto y la dignificación de la niñez. Educar con ternura implica ubicar en el centro de las acciones pedagógicas al estudiante, no como un objeto que aprende, sino como el ser humano con condiciones particulares cognitiva, afectiva y social que se necesita cuidar y atender. Educar desde el reconocimiento de los derechos, capacidades y la responsabilidad de la niñez para el cuidado de sus pares, permite que la niñez sea protagonista de los sentidos y acciones educativas. Además, que este sentido de la educación se oriente esencialmente a la convivencia pacífica, inclusiva, democrática e intercultural desde su bienestar socioemocional como base de todo aprendizaje para la vida y la ciudadanía.
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La vivencia de la ternura en las escuelas es posible, así, en el programa “+DIVERSIDAD” -implementado en Perú por un consorcio de organizaciones [3] y financiado por Education Cannot Wait - se implementó la estrategia de bienestar socioemocional para promover la convivencia intercultural, democrática e inclusiva en las escuelas, que fue liderada por World Vision Perú y Save The Children para atender a estudiantes más vulnerables, especialmente migrantes y refugiados. Se trabajó desde 2 líneas de acción: la primera en el desarrollo de las habilidades socioemocionales de estudiantes, considerando su protagonismo en las sesiones pedagógicas en la escuela y los hogares; con participación de los docentes y sus familias tomando la perspectiva de la ternura para el desarrollo de estas estrategias y sus herramientas. La segunda, atendiendo oportunamente las necesidades socioemocionales de los estudiantes para identificar, acompañar y brindar prácticas restaurativas desde la escuela. Como producto de la implementación de la estrategia, hay una percepción en el 51% de estudiantes de primaria y secundaria de una mejor convivencia en las escuelas, superando xenofobia y violencia en todas sus formas. Además, 184 escuelas en 2 regiones del Perú han implementado la estrategia; 3,235 docentes y directivos de las escuelas se han capacitado para implementar esta estrategia; 770 docentes recibieron soporte emocional en el manejo de agotamiento y estrés laboral, y 7,943 estudiantes han sido acompañados en sus necesidades socioemocionales.
El aprendizaje de una convivencia pacífica en las escuelas impactará en esa sociedad anhelada, donde los diferentes podamos dialogar y respetarnos, y en la misma diferencia construir países de bienestar y justicia.
Escrito por: Coordinador nacional de educación de World Visión Perú y líder de educación para World Vision América Latina y el Caribe.
[1] UNICEF, 2021. Violencia contra niños, niñas y adolescentes en América Latina y el Caribe 2015-2021
Una revisión sistemática.
[2] Encuesta realizada a 4,201 niños, niñas y adolescentes Impulsado por World Vision América latina y el Caribe, para escuchar las voces de las niñas, niños y adolescentes con el propósito de realizar acciones desde esas voces y con esas voces.
[3] El proyecto duró desde el 2021 al 2023 en su primera fase, y en el consorcio liderado por UNICEF, participaron World Vision Perú, UNESCO, RET, Save The Children, HIAS y Alternativa.